¿A quién no le gustaría volver a ser niño, aunque solo fuera por un instante?
La forma más honesta de comenzar esta historia era ponerse en la piel de los más pequeños, y así fue como comenzamos a proyectar, como si de un juego se tratara. Con una sola pieza y un solo gesto, dimos forma al conjunto del proyecto. Perseguimos la idea de construir un pequeño pueblo para los niños, un lugar que evocara la libertad y seguridad de las calles de antaño, donde pudieran apropiarse del espacio.
La arquitectura de este proyecto se concibe como material pedagógico, donde cada elemento tiene un propósito educativo. Con todo ello, Ferozland se convierte en un espacio de encuentro entre la arquitectura, la naturaleza y el juego donde la sostenibilidad y el uso de materiales naturales guían cada intención del proyecto.